Si bien es cierto que algunos
niños tienen mayor coeficiente intelectual (CI) que otros, eso no tiene ninguna
importancia y lo que realmente importa es qué hace el niño o la niña con su
coeficiente Intelectual, porque la inteligencia y el CI no son lo mismo, afirma
Fernando Alberca, autor del libro Todos los niños pueden ser Einstein.
El tipo de padres que
crían hijos pobres ¿Eres uno de ellos?
la inteligencia es la
capacidad del ser humano de resolver problemas, “quien resuelva los problemas
más decisivos para el ser humano es más inteligente. De modo que será más
inteligente quien sepa resolver los problemas que dan como resultado ser más
feliz”.
El especialista
precisó que “hay seres muy inteligentes que nacieron con un CI medio, pero han
desarrollado extraordinariamente su inteligencia al vivir, han aprendido lo más
importante, y por el contrario hay quienes con un CI de nacimiento más alto se
han ido convirtiendo en seres torpes, porque en su infancia no estimularon ni
desarrollaron su inteligencia o no lo encaminaron a ayudarle a resolver los
verdaderos problemas con los que uno se tiene que enfrentar”.
Él dice que “como la
inteligencia crece desde que nacemos, tiene que ver con la experiencia y el
aprendizaje, por tanto ‘se hace’ mucho más que ‘se nace’. Por eso los padres
tenemos mucho que ver con la inteligencia de nuestros hijos, con su
estimulación y el desarrollo inteligente definitivo de nuestros hijos”.
El también profesor
asegura que todos los seres humanos son capaces de mucho más siempre, y en este
sentido, todos los niños pueden ser Albert Einstein, si hacen lo que hizo él:
utilizar varias partes de su cerebro, del hemisferio derecho, por ejemplo su
creatividad e imaginación, para unirlo al izquierdo, racional y lógico, que le
planteaba los problemas físicos y matemáticos, y así resolver con la
imaginación.
Lo que hacen los
padres que crían hijos altamente inteligentes y aquí te compartimos algunas de
esas cosas:
1. Dile a tu hijo que
es inteligente y escucha siempre lo que dice aunque lo que diga no tenga
sentido.
2. Trátalo como si
tuviera dos años más de lo que tiene
3. Desarrolla sus
cinco sentidos externos, por ejemplo muéstrale la diferencia entre aceite y
vinagre, o sal y el azúcar; enséñale a distinguir sabores e instrumentos
musicales por su sonido, o a calcular distancias a simple vista.
4. Nunca digas estas
frases: por ejemplo, si tu hijo te pregunta “¿por qué el agua moja?”, no le
respondas: “ahora no”, “porque sí” o “yo qué sé”. Cuando no se conozca la
respuesta a su pregunta, conviene reconocerlo y ayudarle a buscar la solución
en cuanto se pueda.
5. Fomenta el gusto
por la música clásica y por un instrumento, dale a armar rompecabezas.
6. Proponle leer
libros donde los personajes sean valiosos y ricos emocional e intelectualmente
y enseñen cómo resolver problemas en los dos ámbitos.
7. Enséñale a jugar al
ajedrez, damas, juegos de memoria, legos o cualquier juego en el que ganar no
dependa de la suerte, sino de la estrategia, la memoria o el razonamiento.
8. Deja que resuelvan
problemas a su edad, desde abrocharse el abrigo cuando es pequeño, tender su
cama, las tareas escolares con la menor indicación posible o la orientación
sólo necesaria.
9. Pídele que diga de
diez formas distintas “te quiero”.