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viernes, 13 de septiembre de 2013

El Libro de los Salmos




SALMO 9

Has dado una sentencia justa
9:1 Del maestro de coro. Para oboes y arpa. Salmo de David.

Acción de gracias por la justicia de Dios
9:2 Te doy gracias, Señor, de todo corazón
y proclamaré todas tus maravillas.
9:3 Quiero alegrarme y regocijarme en ti,
y cantar himnos a tu Nombre, Altísimo.
9:4 Cuando retrocedían mis enemigos,
tropezaron y perecieron delante de ti,
9:5 porque tú defendiste mi derecho y mi causa,
sentándote en el trono como justo Juez.
9:6 Escarmentaste a las naciones,
destruiste a los impíos
y borraste sus nombres para siempre;
9:7 desapareció el enemigo: es una ruina irreparable;
arrasaste las ciudades, y se perdió hasta su recuerdo.
9:8 Pero el Señor reina eternamente
y establece su trono para el juicio:
9:9 él gobierna al mundo con justicia
y juzga con rectitud a las naciones.
9:10 El Señor es un baluarte para el oprimido,
un baluarte en los momentos de peligro.
9:11 ¡Confíen en ti los que veneran tu Nombre,
porque tú no abandonas a los que te buscan!
9:12 Canten al Señor, que reina en Sión,
proclamen entre los pueblos sus proezas.
9:13 Porque él pide cuenta de la sangre,
se acuerda de los pobres y no olvida su clamor.
9:14 El Señor se apiadó de mí, contempló mi aflicción;
me tomó y me alzó de las puertas de la Muerte,
9:15 para que pudiera proclamar sus alabanzas
y alegrarme por su victoria en las puertas de Sión.

La derrota de los impíos
9:16 Los pueblos se han hundido en la fosa que abrieron,
su pie quedó atrapado en la red que ocultaron.
9:17 El Señor se dio a conocer, hizo justicia,
y el impío se enredó en sus propias obras. Sordina
Pausa
9:18 Vuelvan al Abismo los malvados,
todos los pueblos que se olvidan de Dios.
9:19 Porque el pobre no será olvidado para siempre
ni se malogra eternamente la esperanza del humilde.
9:20 ¡Levántate, Señor!
Que los hombres no se envanezcan,
y las naciones sean juzgadas en tu presencia.
9:21 Infúndeles pánico, Señor,
para que aprendan que no son más que hombres. Pausa

miércoles, 11 de septiembre de 2013

El libro de los Salmos


SALMO 9

Has dado una sentencia justa
9:1 Del maestro de coro. Para oboes y arpa. Salmo de David.

Acción de gracias por la justicia de Dios
9:2 Te doy gracias, Señor, de todo corazón
y proclamaré todas tus maravillas.
9:3 Quiero alegrarme y regocijarme en ti,
y cantar himnos a tu Nombre, Altísimo.
9:4 Cuando retrocedían mis enemigos,
tropezaron y perecieron delante de ti,
9:5 porque tú defendiste mi derecho y mi causa,
sentándote en el trono como justo Juez.
9:6 Escarmentaste a las naciones,
destruiste a los impíos
y borraste sus nombres para siempre;
9:7 desapareció el enemigo: es una ruina irreparable;
arrasaste las ciudades, y se perdió hasta su recuerdo.
9:8 Pero el Señor reina eternamente
y establece su trono para el juicio:
9:9 él gobierna al mundo con justicia
y juzga con rectitud a las naciones.
9:10 El Señor es un baluarte para el oprimido,
un baluarte en los momentos de peligro.
9:11 ¡Confíen en ti los que veneran tu Nombre,
porque tú no abandonas a los que te buscan!
9:12 Canten al Señor, que reina en Sión,
proclamen entre los pueblos sus proezas.
9:13 Porque él pide cuenta de la sangre,
se acuerda de los pobres y no olvida su clamor.
9:14 El Señor se apiadó de mí, contempló mi aflicción;
me tomó y me alzó de las puertas de la Muerte,
9:15 para que pudiera proclamar sus alabanzas
y alegrarme por su victoria en las puertas de Sión.

La derrota de los impíos
9:16 Los pueblos se han hundido en la fosa que abrieron,
su pie quedó atrapado en la red que ocultaron.
9:17 El Señor se dio a conocer, hizo justicia,
y el impío se enredó en sus propias obras. Sordina
Pausa
9:18 Vuelvan al Abismo los malvados,
todos los pueblos que se olvidan de Dios.
9:19 Porque el pobre no será olvidado para siempre
ni se malogra eternamente la esperanza del humilde.
9:20 ¡Levántate, Señor!
Que los hombres no se envanezcan,
y las naciones sean juzgadas en tu presencia.
9:21 Infúndeles pánico, Señor,
para que aprendan que no son más que hombres. Pausa

jueves, 5 de septiembre de 2013

El Libro de los Salmos




SALMO 8

Qué admirable es tu nombre en toda la tierra
8:1 Del maestro de coro. Con la cítara de Gat. Salmo de David.
8:2 ¡Señor, nuestro Dios,
qué admirable es tu Nombre en toda la tierra!
Quiero adorar tu majestad sobre el cielo:
8:3 con la alabanza de los niños
y de los más pequeños, Mateo 21, 16
erigiste una fortaleza contra tus adversarios
para reprimir al enemigo y al rebelde.
8:4 Al ver el cielo, obra de tus manos,
la luna y la estrellas que has creado:
8:5 ¿qué es el hombre para que pienses en él,
el ser humano para que lo cuides? Salmo 144, 3 Job 7, 17 Hebreos 2, 6-8
8:6 Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y esplendor;
8:7 le diste dominio sobre la obra de tus manos,
todo lo pusiste bajo sus pies: Salmo 110, 1 Mateo 22, 44 Marcos 12, 36 Lucas 20, 42-43 Hechos 2, 34-35 1 Corintios 15, 25 1 Corintios 15, 27 Efesios 1, 20-22 Colosenses 3, 1 Hebreos 1, 13 Hebreos 2, 8 Hebreos 8, 1 Hebreos 10, 12-13
8:8 todos los rebaños y ganados,
y hasta los animales salvajes;
8:9 las aves del cielo, los peces del mar
y cuanto surca los senderos de las aguas.
8:10 ¡Señor, nuestro Dios,
qué admirable es tu Nombre en toda la tierra!

miércoles, 4 de septiembre de 2013

El Libro de los Salmos

 
SALMO 7

Alabaré al Señor porque es justo
7:1 Lamentación de David. La que cantó al Señor a propósito de Cus, el benjaminita.

Invocación inicial
7:2 Señor, Dios mío, en ti me refugio:
sálvame de todos los que me persiguen;
7:3 líbrame, para que nadie pueda atraparme
como un león, que destroza sin remedio.

Declaración de la propia inocencia
7:4 Señor, Dios mío, si cometí alguna bajeza,
o hay crímenes en mis manos;
7:5 si he pagado con traición a mi amigo
o he despojado sin razón a mi adversario:
7:6 que el enemigo me persiga y me alcance,
que aplaste mi vida contra el suelo
y deje tendidas mis entrañas en el polvo. Pausa

Apelación al Juicio de Dios
7:7 Levántate, Señor, lleno de indignación;
álzate contra el furor de mis adversarios.
Despierta para el juicio que has convocado:
7:8 que una asamblea de pueblos te rodee,
y presídelos tú, desde lo alto.
7:9 El Señor es el Juez de las naciones:
júzgame, Señor, conforme a mi justicia
y de acuerdo con mi integridad.
7:10 ¡Que se acabe la maldad de los impíos!
Tú que sondeas las mentes y los corazones, Jeremías 17, 10 Apocalipsis 2, 23
tú que eres un Dios justo, apoya al inocente.
7:11 Mi escudo es el Dios Altísimo,
que salva a los rectos de corazón.
7:12 Dios es un Juez justo
y puede irritarse en cualquier momento.
7:13 Si no se convierten, afilará la espada,
tenderá su arco y apuntará;
7:14 preparará sus armas mortíferas,
dispondrá sus flechas incendiarias.

El pecador, autor y víctima de su maldad
7:15 El malvado concibe la maldad,
está grávido de malicia y da a luz la mentira.
7:16 Cavó una fosa y la ahondó,
pero él mismo cayó en la fosa que hizo:
7:17 su maldad se vuelve sobre su cabeza,
su violencia recae sobre su cráneo.
7:18 Daré gracias al Señor por su justicia
y cantaré al nombre del Señor Altísimo.

martes, 3 de septiembre de 2013

El Libro de los Salmos



SALMO 6

El Señor ha escuchado mis lamentos
6:1 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda.
En octava. Salmo de David.
6:2 Señor, no me reprendas por tu enojo
ni me castigues por tu indignación. Salmo 38, 1
6:3 Ten piedad de mí, porque me faltan las fuerzas;
sáname, porque mis huesos se estremecen.
6:4 Mi alma está atormentada,
y tú, Señor, ¿hasta cuándo...?
6:5 Vuélvete, Señor, rescata mi vida,
sálvame por tu misericordia,
6:6 porque en la Muerte nadie se acuerda de ti,
¿y quién podrá alabarte en el Abismo?
6:7 Estoy agotado de tanto gemir:
cada noche empapo mi lecho con llanto,
inundo de lágrimas mi cama.
6:8 Mis ojos están extenuados por el pesar
y envejecidos a causa de la opresión.
6:9 Apártense de mí todos los malvados, Mateo 7, 23 Lucas 13, 27
porque el Señor ha oído mis sollozos.
6:10 El Señor ha escuchado mi súplica,
el Señor ha aceptado mi plegaria.
6:11 ¡Que caiga sobre mis enemigos
la confusión y el terror,
y en un instante retrocedan avergonzados!

miércoles, 28 de agosto de 2013

El Libro de los Salmos 5


SALMO 5

No eres un Dios que ame la maldad
5:1 Del maestro de coro. Para flautas. Salmo de David. 
5:2 Señor, escucha mis palabras, 
atiende a mis gemidos; 
5:3 oye mi clamor, mi Rey y mi Dios, 
porque te estoy suplicando. 
5:4 Señor, de madrugada ya escuchas mi voz: 
por la mañana te expongo mi causa 
y espero tu respuesta. 
5:5 Tú no eres un Dios que ama la maldad; 
ningún impío será tu huésped, 
5:6 ni los orgullosos podrán resistir 
delante de tu mirada. 
Tú detestas a los que hacen el mal 
5:7 y destruyes a los mentirosos. 
¡Al hombre sanguinario y traicionero 
lo abomina el Señor! 
5:8 Pero yo, por tu inmensa bondad, 
llego hasta tu Casa, 
y me postro ante tu santo Templo 
con profundo temor. 
5:9 Guíame, Señor, por tu justicia, 
porque tengo muchos enemigos: 
ábreme un camino llano. 
5:10 En su boca no hay sinceridad, 
su corazón es perverso; 
su garganta es un sepulcro abierto, 
aunque adulan con la lengua. Romanos 3, 13
5:11 Castígalos, Señor, como culpables, 
que fracasen sus intrigas; 
expúlsalo por sus muchos crímenes, 
porque se han rebelado contra ti. 
5:12 Así se alegrarán los que en ti se refugian 
y siempre cantarán jubilosos; 
tú proteges a los que aman tu Nombre, 
y ellos se llenarán de gozo. 
5:13 Porque tú, Señor, bendices al justo, 
como un escudo lo cubre tu favor.

domingo, 28 de julio de 2013

El Libro de los Salmos - 4


SALMO 4

Me diste alivio en la angustia
4:1 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda.
Salmo de David. 
4:2 Respóndeme cuando te invoco, Dios, mi defensor, 
tú, que en la angustia me diste un desahogo: 
ten piedad de mí y escucha mi oración. 
4:3 Y ustedes, señores, 
¿hasta cuando ultrajarán al que es mi Gloria, 
amarán lo que es falso 
y buscarán lo engañoso? Pausa
4:4 Sepan que el Señor hizo maravillas por su amigo: 
él me escucha siempre que lo invoco. 
4:5 Tiemblen, y no pequen más; Efesios 4, 26 Pausa
reflexionen en sus lechos y guarden silencio, 
4:6 ofrezcan los sacrificios que son debidos 
y tengan confianza en el Señor. 
4:7 Hay muchos que preguntan: 
"¿Quién nos mostrará la felicidad, 
si la luz de tu rostro, Señor, 
se ha alejado de nosotros?"
4:8 Pero tú has puesto en mi corazón más alegría 
que cuando abundan el trigo y el vino. 
4:9 Me acuesto en paz y en seguida me duermo, 
porque sólo tú, Señor, aseguras mi descanso.