Pueblos de la tierra postrémonos ante el altar de Dios.
Señores de las naciones, ábranse al dueño, Santo y Salvador.
Santos de la tierra alaben al Señor, tabernáculos
de la tierra, templos, casas consagradas, abran sus puertas
al pueblo Santo que alaba al Señor nuestro Dios.
Templos vivos de los moradores de la tierra, respeten su
cuerpo consagrado y alaben al Señor, caminando a su luz verdadera.
Señor no nos saques del mundo, sino guárdanos del mal, danos la
gracia de participar de tu cruz, sin miedo al frío o calor.
Sin miedo a la enfermedad, soledad ni muerte.
Sin miedo a la ancianidad y desempleo.
Sin miedo al hambre ni desnudez.
Sin miedo a falsas seguridades.
Sin temor a la culpabilidad que debilita
hasta lo más profundo de nuestro ser.
Pueblos de la tierra de nada sirven
los sacrificios a nuestro Dios...
De nada sirven nuestras plegarias con corazón torcido,
lleno de injusticia. De nada valen las limosnas
entregadas con interés y doblez de corazón.
De nada sirven los silencios y desiertos, si Tú
no nos santificas y miras con misericordia.
Que seamos sinceros con nosotros, sin Ti nada podemos hacer.
Que permanezcamos unidos a Tí a costa de cualquier renuncia.
Liberados del pecado para recibir el rocío bendito de la santidad.
Que vivamos por fuera pero sin descuidar nuestra unión contigo,
entregados hasta el heroísmo y confiados en tu bondad. Amén.