La palabra sufrimiento cada vez que la escuchamos o la leemos da escalofrío
en nuestro cuerpo, pero cuando lo vivimos es cuando realmente sabemos de lo que
esto trata y más porque el mundo ha dado a la palabra sufrimiento muchos
significados contrarios a lo que realmente significa para nosotros como
cristianos.
A lo largo de mi tiempo como cristiana he pasado por sin fin de
sufrimientos, los estoy pasando en este momento y sé que eso no terminará hasta
que estemos al otro lado de la gloria donde no habrá dolor, ni llanto como lo
dice la misma Palabra.
“El enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más
duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado” (Apoc. 21:4).
Uno de los versículos que han ayudado más a mi vida en los momentos de
sufrimiento es Romanos 8:28 “Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las
cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme
a su propósito”. Así que el sufrimiento obra para bien, para formar nuestro carácter
ya que hay muchos hábitos en nuestra vida a causa de nuestra crianza, la
cultura, el entorno social, la cosmovisión secularizada.
Pero aun en los tiempos de sufrimiento debemos de gloriarnos en el Señor, podemos ver que la Palabra de Dios nos enseña cómo se moldea el carácter a través del sufrimiento. “Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, carácter probado; y el carácter probado, esperanza; y la esperanza no desilusiona, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos fue dado” (Rom. 5:3-5).
Razones que el sufrimiento a moldeado mi carácter
Arrepentimiento
Cuando sufrimos podemos examinar nuestros corazones y ver qué cosas estamos
atesorando más de esta vida. Podemos conocer si hay orgullo, falta de
sensibilidad al que sufre, idolatría, también podemos ver qué grietas hay en
nuestro carácter, nuestra poca fe, dureza de palabras, si somos poco generosas,
críticas, si somos impacientes, si hay dependencia de nosotros y no de Dios,
falta de agradecimiento, entre otras más.
“Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los
pecados y para limpiarnos de toda maldad” (1 Jn. 1:9).
Santidad
Por medio del sufrimiento nos hacemos más semejantes a Cristo. Porque ellos
nos disciplinaban por pocos días como les parecía, pero Él nos
disciplina para nuestro bien, para que participemos de su santidad. Al presente
ninguna disciplina parece ser causa de gozo, sino de tristeza; sin embargo, a
los que han sido ejercitados por medio de ella, les da después fruto apacible
de justicia” (Heb. 12:10-11).
Sensibilidad para consolar a
otros
EL sufrimiento nos hace ser más compasivos hacia los demás porque lo
experimentamos nosotros.
“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de
misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en toda
tribulación nuestra, para que nosotros podamos consolar a los que están en
cualquier aflicción con el consuelo con que nosotros mismos somos consolados
por Dios. Porque, así como los sufrimientos de Cristo son nuestros en
abundancia, así también abunda nuestro consuelo por medio de Cristo. Pero si
somos atribulados, es para vuestro consuelo y salvación; o si somos consolados,
es para vuestro consuelo, que obra al soportar las mismas aflicciones que
nosotros también sufrimos. Y nuestra esperanza respecto de
vosotros está firmemente establecida, sabiendo que como sois copartícipes de
los sufrimientos, así también lo sois de la consolación” (2 Cor. 1:3-7).
Confianza en Dios
Cuando pasamos por el sufrimiento, muchas veces sentimos que Dios está
lejos de nosotros, pero la realidad es que Él siempre permanece a nuestro lado.
“Porque no queremos que ignoréis, hermanos, acerca de nuestra aflicción
sufrida en Asia, porque fuimos abrumados sobremanera, más allá de nuestras
fuerzas, de modo que hasta perdimos la esperanza de salir con vida. De hecho,
dentro de nosotros mismos ya teníamos la sentencia de muerte, a fin de que no
confiáramos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los Muertos” (2
Cor. 1:8-9).
Dependencia de Dios
El sufrimiento nos lleva a depender de Dios y no en nuestras fuerzas.
Sufrimos y es cuando más oramos. “Por tanto, acerquémonos con confianza al
trono de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la
ayuda oportuna” (Heb. 4:16).
Amada hermana, en medio del sufrimiento que estés viviendo pudieras hacerte
las siguientes preguntas:
¿He entregado este sufrimiento al Señor para experimentar el gozo de estar
formando mi carácter a semejanza de Él?
¿Estoy depositando toda mi confianza en medio del sufrimiento a mi Señor
Jesús?
Conclusión
En medio del sufrimiento que trae dolor a nuestra vida podemos estar
seguras de que hay esperanza en Jesucristo. Que el Señor nos ayude en medio del
sufrimiento a honrarle y serles fieles hasta que lleguemos a Su presencia.
Su señor le dijo: “Bien, siervo bueno y fiel; en lo poco fuiste fiel, sobre
mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.” (Mt. 25:21)