A vosotros, espíritus celestiales, vosotros, siervos de Dios: Los espíritus malignos y soberbios, envidiosos, perturbadores y astutos, se conjuraron para arruinarnos, para perdernos; por eso invocamos vuestro apoyo a fin de que un número tan grande de enemigos orgullosos y destructores; astutos y poderosos no pueden vencernos – ayudadnos -, vosotros Santos Ángeles.
Combatid fielmente por mi día y noche en esta lucha permanente. Me encomiendo especialmente a vosotros Santos Ángeles de prosperidad: Guiadme que estoy ciego, enseñadme que soy ignorante.
Fortalecedme, que soy débil; protegedme, que soy indigno, traedme de nuevo, cuando me desvíe, insistidme cuando este perezoso, despertadme cuando duerma, ayudadme a avanzar cuando yo ande.
Amen.