miércoles, 28 de agosto de 2013

El Libro de los Salmos 5


SALMO 5

No eres un Dios que ame la maldad
5:1 Del maestro de coro. Para flautas. Salmo de David. 
5:2 Señor, escucha mis palabras, 
atiende a mis gemidos; 
5:3 oye mi clamor, mi Rey y mi Dios, 
porque te estoy suplicando. 
5:4 Señor, de madrugada ya escuchas mi voz: 
por la mañana te expongo mi causa 
y espero tu respuesta. 
5:5 Tú no eres un Dios que ama la maldad; 
ningún impío será tu huésped, 
5:6 ni los orgullosos podrán resistir 
delante de tu mirada. 
Tú detestas a los que hacen el mal 
5:7 y destruyes a los mentirosos. 
¡Al hombre sanguinario y traicionero 
lo abomina el Señor! 
5:8 Pero yo, por tu inmensa bondad, 
llego hasta tu Casa, 
y me postro ante tu santo Templo 
con profundo temor. 
5:9 Guíame, Señor, por tu justicia, 
porque tengo muchos enemigos: 
ábreme un camino llano. 
5:10 En su boca no hay sinceridad, 
su corazón es perverso; 
su garganta es un sepulcro abierto, 
aunque adulan con la lengua. Romanos 3, 13
5:11 Castígalos, Señor, como culpables, 
que fracasen sus intrigas; 
expúlsalo por sus muchos crímenes, 
porque se han rebelado contra ti. 
5:12 Así se alegrarán los que en ti se refugian 
y siempre cantarán jubilosos; 
tú proteges a los que aman tu Nombre, 
y ellos se llenarán de gozo. 
5:13 Porque tú, Señor, bendices al justo, 
como un escudo lo cubre tu favor.

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