Cuando vamos a recibir a Jesús en la comunión, debemos hacerlo con la máxima preparación y pureza posible. Por eso, sería bueno hacer lo que hacía santa Teresita del Niño Jesús. “Me imagino a mi alma como un terreno libre y pido a la Santísima Virgen que quite de él los escombros que pudieran impedirle ser libre. Luego le suplico que levante ella misma una amplia tienda digna del cielo, que la adorne con sus propios aderezos. Después invito a todos los santos y ángeles a que vengan a dar un magnífico concierto. Creo que, cuando Jesús baja a mi corazón, está contento al verse tan bien recibido y yo también estoy contenta”.
Es, pues, importante invocar a María y a los santos, pero no olvidarnos de nuestro ángel y de los ángeles de todos los que nos rodean para que nos ayuden en esos momentos tan sublimes al unirnos con Jesús en la comunión. Santa Ángela de la Cruz decía: “Me esforcé cuanto pude por hacer la comunión con fervor. Le pedí a la Santísima Virgen que me cubriese con su manto para comulgar. Renové los votos. Le pedí al santo patriarca (san José) que me llevara de la mano a comulgar, y a mi padre san Francisco de la izquierda; al ángel de mi guarda, que viniera a mi lado y a los demás santos protectores que me acompañasen. Y con esta comitiva fui a comulgar .
San Juan Crisóstomo decía: los que comulgan de esta sangre de Cristo están con los ángeles y con los arcángeles y con las potencias del cielo, envueltos en el mismo manto real de Cristo .
Por eso, comulguemos con la máxima devoción posible en unión con María y todos los santos ángeles.
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