La mitología
cristiana afirma que todos tenemos ángeles guardianes, que nos cuidan y guían
en nuestro recorrido por la vida, y nunca nos abandonan y nos amparan en
situaciones difíciles, pero
El Ángel de la
Guarda o el Ángel Custodio, según la creencia cristiana, es el ángel asignado
por Dios a cada alma humana para que la acompañe en todas las vicisitudes de su
vida e, incluso, después de la muerte. Son espíritus o guías de naturaleza
divina que cada uno de nosotros posee y que se encargan de velar y de cuidar en
todo momento de la persona a quien han sido designados como sus protectores.
Algunos teólogos precisan que los Ángeles de la Guarda son seres inteligentes
dotados de enorme pureza y que ofician de puente entre Dios y su custodiado.
Encarnan la voz de la correcta conciencia, que trata de ayudarnos y orientarnos
en nuestra senda de aprendizaje y consolarnos en los momentos de aflicción.
Tienen la misión, en suma, de recordarnos el camino de regreso a nuestro hogar
primigenio, que es Dios. Creencia antigua Ángeles de la Guarda
La creencia en los ángeles guardianes data de las primeras civilizaciones. Los babilonios y asirios, al parecer, creían en la existencia de ángeles guardianes al constatar ciertos monumentos en los cuales se pueden observar figuras muy similares a las figuras angélicas.El concepto bíblico de ángel en el Antiguo Testamento es el de un mensajero, un espíritu puro que existe para cumplir las órdenes de Dios y llevar sus mensajes a los seres humanos. El Ángel de la Guarda aparece con algo más claridad en el Nuevo Testamento, en el pasaje donde Dios le dice a Moisés: “Voy a enviar un ángel delante de ti para protegerte en el camino y para conducirte al lugar que te prepare”. En los Hechos de los Apóstoles nos enteramos que San Pedro es liberado de la cárcel por un ángel. Cuando éste sale de prisión y llega y llama a la puerta de la casa donde están reunidos los discípulos de Jesús, al principio ellos creen que no es Pedro en persona y exclaman: “Será su ángel”. La noción de ángel y sus respectivas jerarquías fue desarrollado extensamente durante el siglo V A.C. por Dionisio Aeropagita.
El hecho que cada alma individual tenga un Ángel de la Guarda nunca ha sido definido realmente por la Iglesia, así que no se considera formalmente un artículo de la Fe. Sin embargo sí se lo considera tácitamente, tal como lo expresó en su momento San Jerónimo: “Cómo será de grande la dignidad del alma, que cada uno tiene desde su nacimiento un ángel de la guarda asignado por Dios.” Los teólogos y Padres de la Iglesia desde los primeros tiempos del Cristianismo se preocuparon de los ángeles guardianes. Orígenes, por ejemplo, decía que “los cristianos creemos que a cada uno nos designa Dios un ángel para que nos guíe y proteja”. Y Santo Tomás de Aquino, en su obra “Summa Teológica”, afirmaba que solo los ángeles de las órdenes más bajas son los que vienen a ayudar y amparar a los seres humanos. La celebración de los Ángeles de la Guarda nació en España y, desde allí, se extendió por toda Europa. En el año 800 ya se celebraba en Inglaterra una fiesta en honor a estos seres angélicos y, en el año 1608, se extendió a toda la Iglesia universal la Fiesta de los Santos Ángeles Custodios, que actualmente se celebra cada 2 de octubre.
Oración
y comunicación La tradición afirma que los ángeles guardianes nos ayudan de
diversas formas. Pueden actuar a través de los sentidos y la imaginación,
aunque no pueden actuar en contra de nuestra voluntad. Y después de nuestra
muerte nos pueden ofrecer su compañía, aunque no pueden ayudar al ser humano a
obtener la salvación si éste ha fallecido en pecado. Algunos teólogos y
sacerdotes explican que la forma más expedita de comunicarse con nuestro Ángel
de la Guarda es a través de la simple oración. Es el caso de la siguiente
frase, que en su forma más primitiva decía lo siguiente: “Angele Dei, qui
custos es mei, tibi commissum pietate superna, me illumina, custodi, rege et
guberna (Santo Ángel del Señor, mi celoso guardador, pues que a ti me confío la
Piedad divina, hoy y siempre me gobierne, rige, guarde e ilumine. Ámen). Otros
explican que para comunicarse con los Ángeles de la Guarda también conviene
estar atento a los eventuales mensajes y casualidades que pueden ocurrir
después de pedir su ayuda, poner atención a los sueños y su posible
significado, y hacer caso a nuestro buen instinto cuando esté ocurriendo algo
extraordinario o inusual. La creencia religiosa contemporánea, en los albores
del siglo XXI, todavía sostiene que los Ángeles de la Guarda protegen diariamente
nuestro cuerpo y alma y elevan por nosotros rezos a Dios, a la manera de
intermediarios. Si bien no podemos verlos, para muchos la invisibilidad de la
que se valen sólo es una forma más eficaz para auxiliarnos y ampararnos.
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